Aún veo cómo le brillaban los
ojos al ver esas mariposas que en plena primavera salían a mover sus alas de
flor en flor. Esos ojos color miel verdoso que me dejaba sin aliento y
que me hacían fantasear despierta.
Sus ojos siempre tenían la respuesta a mis dudas, promesas y
deseos. Éramos inseparables, lo hacíamos todo juntos. Siempre bromeaba sobre mi
"inatención" que nada más era por quedarme fijamente mirándolo y
pensando en él.
Hacía que mis días más negros estuviesen pintados con los siete
colores del arco iris.Lo que mejor tenía, además, de sus deliciosos ojos,
era una peculiar sonrisa, esa sonrisa blanca como las perlas y que tenía una
perfecta terminación unidas a sus gordos y carnosos labios.
Todavía, después de tantos años, al recordar su cara con su
perfecto y masculino mentón, me quedo estupefacta y sin aliento. Sé que un día
nos volveremos a encontrar, pero cuando esto pase, ¿qué pasará entre nosotros?
La última vez que nos vimos, una magia inexplicable hizo que nos
besáramos y después de eso, cada uno fue por su camino avergonzado y sin saber
qué hacer o qué decir.
~ Lucía Vaz ~